Durante algunos días el "Capitán Divino" que perteneció al venerable mercedario fray Juan de Molina presidió el tabernáculo de la Catedral de Córdoba.
Cuando fue donado a la Catedral a mediados del S. XVIII por el obispo Cebrián estuvo más de cien años presidiendo dicho tabernáculo, tal como había establecido en su testamento y como se aprecia en la postal antigua de Señán.
También el Niño Jesús milagroso del padre Molina, al que concedía todas sus peticiones, presidió de nuevo uno de los altares principales del día del Corpus Christi en Córdoba haciendo las delicias de todos los devotos.